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Eran las tres de la tarde y el sol refulgente de la mañana comenzaba a ser esquivo mientras un tumulto de nubes grises inundaba el cielo y asfixiaba la claridad de ese desacostumbrado día.
El calor sofocante de aquella mañana había sido algo inusual en esta ciudad aburrida, melancólica y contaminada, llamada Tresríos, nombrada así, por el número de riachuelos que la atravesaban en todo sentido.
Hacía ya cinco días que el clima cotidiano en Tresríos había cambiado de ser un municipio de vientos álgidos y constante neblina, a tener unas mañanas muy soleadas, con una temperatura tan alta a medio día que llegaba al punto de producir ronchas rojas en el rostro y en las manos de sus habitantes, incluso extrañamente esa mañana, algunas señoras no repararon en sacar los sartenes de las casa, las colocaron encima de los andenes y se pusieron a freír pescado.
Como de costumbre esa tarde Juan Martin Valiente salía de su trabajo, arrebujado como siempre en su rustico y viejo gabán, llevaba con sigo guantes grises de lana de oveja virgen, bufanda trenzada y su infaltable paraguas verde al cual le faltaba uno de sus radios. En Tresrios todos se vestían igual, puesto que todo el tiempo estaba lloviendo.
Algo verdaderamente muy curioso de esta ciudad era que ha tan solo a unos diez minutos en carro, se llegaba a la capital que tenía por nombre la Perla y ahí, todo el tiempo, hacía un calor bochornoso, que obligaba a la gente a caminar en pantaloneta.
Martin Valiente estaba tan arropado que apenas había avanzado algunas cuadras ya comenzaba a sudar como si fuera un limón exprimido y tuvo que secar varias veces el sudor sal vinagriento de su frente. Cavilante empezó a darse cuenta que nunca antes había sudado tanto de camino a casa, luego de meditarlo un rato, le echo la culpa al sol de la mañana.
La casa de Martin Valiente, se encontraba en la cima de una de las montañas más altas y alejada de Tresrios, para poder llegar, debía primero atravesar toda la ciudad, después cruzar por un pequeño puente, caminar un largo trecho por un pasaje que estaba inundado de maleza, y por ultimo volver a cruzar otro rio, pero esta vez por el Gran Puente, el cual era muy largo y viejo; Dado que muy pocas personas pasaban por allí, El puente estaba muy deteriorado, a punto de caer, sin embargo Juan Martin ya conocía donde podía y donde no podía pisar, de tal forma que lo franqueaba sin problema.
Pero ese día no era un día cualquiera, desde la mañana algo extraño estaba sucediendo; el sol brillante, el sudor vinagriento, las sartenes en el andén y el pescado, era algo que no se presentaba todo el tiempo, además las nubes de esa tarde tenían un color verdoso y en el aire se respiraba un olor fuerte a madera con hierva podrida.
Martin paso el primer puente, y se internó por el camino estrecho entre la intrincada vegetación, mientras caminaba hacia su casa, Juan Valiente tarareaba una canción que de niño su mamá le había enseñado, la cual trataba de un gigante que vivía en el bosque y que tenía por trabajo determinar el clima según su estado de ánimo; Él dejaba salir el sol cuando estaba triste, o hacia que las nubes bajaran si se encontraba pensativo nublandolo todo, o hacia llover si se sentía alegre, Martin comenzó a divagar entre los pensamientos que esa canción le traía a su memoria y sin darse cuenta se extravió de su camino.
Ya había pasado varias horas cuando cayó en cuenta de su error, ahora la tarde comenzaba a tender su manto de oscuridad en el cielo y Juan Martin Valiente tuvo que detenerse para tratar ubicarse mejor, se le ocurrio entonces la idea de subir a un gran árbol de donde podría divisar su casa, miro alrededor y observo un árbol de aguacatemango que era lo suficientemente alto como lograr su objetivo.
Martin subió y subió, con gran agilidad ya que su trabajo consistía en subirse a los postes de energía para realizar mantenimientos y arreglar los cables que estaban dañados, cuando está a punto de llegar a lo más alto del árbol escucho a sus espaldas un resoplido vaporoso que hacia mover las ramas del árbol en el que estaba subido, con lentitud voltio a ver a sus espaldas y con gran terror miro unos grandes ojos rojizos que lo observaban, un rostro enorme y arrugado, largos cabellos enredados bajaban de esa inmensa cabeza y su cara estaba cubierta de ásperas barbas blancas, además se dio cuenta de donde emanaba el fuerte olor a árbol podrido que había olido durante el camino, del susto cae del árbol, sin embargo como pudo logro sujetarse de una de las ramas con todas sus fuerzas, el gigante como rugiendo le pregunto qué era lo que hacía en su bosque, pues ese el territorio del gigante del Bosque y nadie podía pisar sus territorios, Juan Martin como su apellido Valientemente le contestó que se había extraviado y que en ningún momento quería entrometerse en su territorio, pero el gigante muy enojado lo agarro en su mano y lo bajo de aquel árbol y lo puso sobre una gran roca llena de moho.
-En verdad estoy muy enojado- dijo el gigante, Martin Valiente solo pudo replicar -“¿pero dime por qué?”- entonces el gigante le conto que desde hacia algunos años atrás le era muy difícil mantener el clima del bosque, al gigante no le gustaba el calor, a él le encantaba mucho la humedad, el frio y la niebla, pero a causa de la contaminación de los habitantes de Tresrios, el humo de los carros, la basura en los ríos y la quema de llantas, se le dificultaba cada vez mas, mantener el clima como a él le gustaba.
Juan Valiente solo pudo darle la razón, pero le prometió que haría todo lo posible por mejorar eso, el gigante volvió a dar un gran grito como el rugido de un león y Martin con agilidad se bajó de la roca y salió corriendo a toda velocidad por un pequeño camino despejado, corrió y corrió con tanta determinación que atravesó el bosque y por pura suerte logro encontrar el Gran Puente y lo paso a toda velocidad.
Martin al otro día llego a su trabajo y le conto a todos lo que le sucedió muchos no le creyeron pero si todos se dieron cuenta que estaban haciendo muy mal en contaminar el aire y el agua de su ciudad. Por ese motivo desde aquel día los ciudadanos de Tresríos, se propusieron no tirar basura a los ríos, dejar de quemar llantas y además cambiaron los antiguos carros por bicicletas. FIN.