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lunA,

Son las once y treinta, salimos temprano del Super y vamos rumbo a casa, ahora estoy caminando junto a papá, hay mucha gente alrededor y se escucha mucho ruido, subo por las sillas, por los muros, los andenes, por las ventanas y uno que otro basurero, el sol es fuerte ahora, mi padre dice que el sol es muy importante que sin él no existiríamos, que por eso para no desaparecer en la noche alguien invento las bombillas, a mí no me gustan las bombillas de las lámparas, para nada, el sol es fuerte y calienta, pero con la luz de las lámparas con mucha dificultad puedo ver por donde caminar.

El Super estuvo de lo peor, había tanta gente que era casi imposible caminar. yo como siempre me subo al carrito, y mi padre me lleva por todos lados, en los estantes hay miles de productos, cientos de marcas, miles de colores, sabores y olores, a pesar que compramos de todo siempre mi madre critica a papá porque olvido comprar tal o cual cosa.

Yo lo único que espero es el momento para pasar junto al estante de los dulces. En un instante tomo tres huevos de chocolate, uno es mío y los otros dos para mis hermanos que como siempre se quedaron en casa jugando, en realidad no me gustan los huevos de chocolate, pero me los como a toda prisa porque en el interior viene una sorpresa, algunas veces rompecabezas, otras veces juguetes, o muñecas, vienen desarmados y aunque yo trato y trato de armarlos, nunca lo logro, pero eso no importa porque al final papá los compone para mi.

Ahora suelto la mano de mi papí, me adelanto un poco y le grito.

-¡papa!, ¡soy más alta que tu!-

mi padre queda atrás y me dice,

-si nena eres mucho más alta-

Mis piernas ahora son muy, muy largas, igual que mis brazos y mi cuello, si lo pienso bien parezco una jirafa, levanto un pie y lo hago desaparecer, salto, salto, salto más alto, me encojo y subo un poste, un carro hace que mi cabello tome extrañas formas.

-¡Luna ven, no te alejes demasiado! - exclama papá.

Mamá me dijo que me llamaron Luna porque la noche que nací la luna iluminaba la habitación y su luz entraba por la ventana con tal vivacidad, que mi rostro se delineaba perfectamente sobre la almohada, en ese instante supieron cuál sería mi nombre.

Ya son casi las doce, y me divierte tanto darme cuenta cómo me he vuelto más pequeña, ja,ja,ja,ja,ja casi redonda, a mi padre no le gusta verse retaco, una vez me conto que mientras caminaba a esta hora, al verse así, estuvo viendo el sol por un buen tiempo hasta que se quedó dormido, al rato despertó, cuando sintió que alguien le estaba pasando por encima.

yo creo que no es tan malo estar diminuto, al fin y al cabo así podemos descansar por un rato de tantas travesuras.

-Papá tengo una pregunta para tI-

-Desde hace varios días me he fijado que algo me sigue continuamente, y no se despega de mí, se parece a mí, pero no es como yo, o como tu papá-

-me sigue igual que a ti, igual que a mamá-

-siempre nos siguen-

-y en el supermercado me pude dar cuenta que todo el mundo llevaba ese extraña forma pegada a los pies-

-¿dime que son, por que nunca nos dejan?-

-Nena esas extrañas figuras son las personas, son sus cuerpor, nunca se separan de nosotros, porque nosotros somos sus sombras-.

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